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Los olores son uno de los indicadores más fuertes de las estaciones. Cada temporada lleva su propio conjunto único de aromas, y son marcadamente diferentes entre sí. Flores frescas y tierra mojada en la primavera, barbacoas y el pavimento caliente en el verano, hojas crujientes en el otoño, la nieve y de pino en el invierno: algunos de estos olores pueden traernos más emoción que otros. ¿Has notado la necesidad de estar al aire libre durante la primavera y el verano y por otra parte permanecer cobijado como en hibernación durante el invierno? Resulta que no es sólo la temperatura fría que nos hace querer quedarse en casa. Nuestro sentido del olfato es menos estimulado para estar al aire libre durante el invierno porque hay menos olores en el aire. Según Pamela Dalton, científico olfativo en el Monell Chemical Senses Center de Filadelfia, las moléculas de olor se mueven mucho más lentamente a través del aire en el invierno, lo que significa que es más difícil para nuestras narices reconocer un perfume. Por supuesto el invierno tiene sus propios olores únicos, como piñas y agujas de abeto, pero hay considerablemente menos fragancias naturales en el frío en comparación con un clima cálido y húmedo. Tampoco somos tan sensibles a los olores en el invierno porque nuestros receptores olfativos esconden algo, posiblemente como una forma de protegerse del aire frío y seco. Compensamos esta falta de olores al aire libre al apreciar los aromas de interior en invierno. Ya se trate de encender un fuego, velas perfumadas o hornear galletas para su celebración de días festivos, tenemos que satisfacer a nuestros receptores sensoriales de alguna manera!